Los uniformes escolares tuvieron mucha importancia hace mucho. Ahora apenas
se utilizan.
Las prendas escolares obligatorias no solo marcaron un antes y un después
en la forma de educar, sino que hablan de la época en la que estuvieron
envueltas. Esas prendas y trozos de tela tienen mucha historia que contar. Por
aquella época, la educación era muy estricta. La vuelta al cole no era de lo más
divertido, pero aún así los niños estaban encantados. Se conformaban con poco
porque no conocían otra cosa. Era la forma de dar las clases. Los profesores
eran duros, muy exigentes, y los castigos ahora serían impensables. Tal vez por
eso no protestaron demasiado cuando se impusieron los uniformes de forma
obligatoria. Si ahora intentáramos imponer algo a algún alumno, cuanto menos
acabamos denunciados por la APA.
¿Por qué surgieron? Son varios los motivos que ayudaron que esta
indumentaria cobrara tanta importancia. Por aquel entonces, los colegios
estaban dirigidos y gobernados por órdenes religiosas. Y ya se sabe lo
estrictas que son. Para evitar confrontaciones innecesarias, envidias,
diferencias y discriminaciones y para promover la humildad, tomaron la
determinación de establecer los uniformes escolares como elemento obligatorio. Los
había de todo tipo de formas y diseños. Los colores correspondían normalmente a
los del escudo de cada colegio. Antiguamente, las normas del decoro y el
protocolo de comportamiento eran también bastante rígidos. Las prendas no
dejaban ver mucha carne, digámoslo así. Las niñas iban recatadas, y los niños
parecían hombrecitos, preparados ya para ser los cabeza de familia.
Ellas llevaban falda y camisa, chaqueta abotonada y algún sombrero a juego.
Los leotardos eran indispensables. Ellos, en cambio, iban elegantemente
vestidos con sus pantalones y sus polos blancos. Por aquella época las
diferencias entre clases eran bastante pronunciadas, por lo que decidir
establecer uniformes para todo el mundo fue una idea muy acertada. No había
discriminación, salvo quizás en los zapatos y los abrigos. La gente más
acaudalada poseía abrigos de mayor precio y calidad. Y los zapatos poseían
hebillas más caras y portentosas.
La fabricación de uniformes escolares
nunca fue algo barato o ligero. Se hacían al detalle, en concreto, a medida.
Tenían que tomarle las medidas a los niños para que les quedara como un guante,
y es por eso por lo que se esforzaban tanto en mantenerlos limpios toda la
semana. No podían permitirse comprarse otros cada vez que se ensuciaban o se
rompían. A diferencia de las clases adineradas, que sí se permitían el lujo de
trastear en el recreo y jugar con total libertad.
Actualmente los uniformes escolares han perdido mucha importancia, a pesar
de que siguen existiendo colegios e instituciones privadas con reglas estrictas
muy acentuadas. Ahora mismo, la libertad de expresión individual ha impedido
que la gente acepte el uso del uniforme, sobre todo las adolescentes, que
siempre buscan destacar de las demás.