Como
todo en esta vida, no hay nada que pueda ser considerado eterno. Decimos esto
porque muchas personas piensan que comprarse una moto, por ejemplo, les va a
suponer poder disfrutarla durante toda la eternidad. Hoy en día los componentes
electrónicos, la mecánica del automóvil, los motores y cajas de cambios y un
montón de elementos más sufren lo que se llama la programación de la
obsolescencia. Esta cosa tan curiosa implica que lo que antes duraba quince
años ahora va a durar diez. Por eso tenemos que tener claro que aunque nuestra
moto sea buenísima y nos haya costado un ojo de la cara al final terminará
rompiéndose por algún lado. Y entonces es cuando hemos de tener soluciones para
controlar esas averías.

De
acuerdo, a veces podemos tener ciertos recelos en lo tocante a las piezas de
ocasión, porque no tenemos la seguridad de que éstas vayan a ser buenas o vayan
a funcionar sin problemas. Pero tal cuestión deberíamos tenerla alejada de
nuestros pensamientos, sobre todo porque hoy en día las exigentes normativas de
control de los recambios de segunda mano procuran un modus operandi bastante
bien calibrado que trabaja en pro de darnos excelentes resultados para nuestros
vehículos. Lo cual, por cierto, no es sino lo más interesante cuando de trata
de que ese animal de metal, plástico y caucho vuelva a la vida...