Si
viviésemos en la prehistoria no tendríamos problemas con el asunto de la
fotodepilación, ya que el canon de belleza incluía el vello corporal como un
elemento fundamental de hombres y mujeres. Pero el tiempo fue transcurriendo,
el Homo Sapiens fue liberándose de
las vellosidades corporales y nos convencimos de que el aspecto adecuado de una
figura humana es el de no presentar ningún pelo fuera de lugar.
El
problema está en que conforme van transcurriendo los años comprobamos cómo el
cabello de la cabeza va escaseando y sin embargo aparece en los hombros, en la
espalda o en el vientre. Y eso, la verdad, no nos gusta demasiado, así que
fuimos inventando métodos que eliminasen este tipo de problemas.
Primero
probamos con el rasurado, pero el pelo volvía a crecer de forma casi
instantánea, así que abandonamos esta idea. Luego nos decantamos por la cera en
sus acepciones tibia o fría, pero el dolor producido por este tipo de
depilación era realmente insoportable, al menos para el género masculino. Y por
fin alguien pensó en la depilación láser como método de asegurarnos que ciertas
capilaridades no volvían a aparecer.
Y
ahí estamos, abonados a las sesiones en los centros de estética para erradicar
toda sombra de pelos molestos y antiestéticos. Afortunadamente la magia de
Internet nos permite entrar en directorios de profesionales y encontrar esa
clínica certificada que nos deje acordes con los estándares que hoy en día se
llevan. Así que si es tu caso y quieres probar en tus propias carnes la
fotodepilación no podemos sino sugerirte que entres en el enlace que te dejamos
para obtener más información y poder
encontrar tu clínica más cercana.
Si
existieran los viajes en el tiempo y pudiésemos viajar a la prehistoria, con
nuestro depilado integral y sin más pelo que el de la cabeza o, tal vez, un
bigotito hipster, seguramente nos tomarían por alguien extraño, un intruso, tal
vez una especie de dios al que adorar o, en el peor de los casos, un elemento
más de una dieta complicada (al fin y al cabo lo de las glaciaciones no dejaba
demasiado lugar para tener acceso a una diversificación alimenticia probada).
Así que menos mal que aún no han inventado esa máquina, porque mucho nos
tememos que nuestro concepto de la belleza no tiene mucho parangón en la
historia pasada...
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