sábado, 15 de diciembre de 2012

Certificar lo evidente



Cuando algo es tan evidente que salta a la vista decimos que es lógico, normal o que es una verdad de Perogrullo. Una nevada fría, una lluvia que moja o un calor que hace sudar lo son. Toparnos con un amigo o conocido en el médico suele ser síntoma de que éste está enfermo, más o menos como nosotros. Y sin embargo, caemos en la reiteración una y otra vez, preguntando por la salud en el hospital o quejándonos del frío que hace tras la nevada de quince centímetros de hace una hora.
Uno de los campos en los que más situaciones de este tipo se producen es en el de los negocios, donde algunos empresarios desconocen cosas tan evidentes y sabidas que es un poco sorprendente que una y otra vez se comentan faltas tan fácilmente eludibles. Vamos a ilustrar lo que decimos con un ejemplo. Tenemos un stand de cartón pluma preparado para ofrecer a los clientes de un supermercado nuestro producto. Si le preguntamos a cualquiera nos diría que para que esa venta se pueda llevar a cabo hace falta una persona que se encargue de ofrecer a los clientes el objeto en cuestión. No sólo eso: un vistazo rápido a una página online de búsqueda de azafatas nos va a permitir encontrar las que necesitamos para nuestro negocio. ¿Sencillo, verdad? Pues bien, algunos no lo tienen tan claro. Veréis por qué decimos esto.
Hace poco vimos en un conocido centro comercial de La Mancha una promoción bastante curiosa. Decimos curiosa porque el producto que se ofrecía a la venta era muy atractivo, a buen precio y con una presencia más que correcta. El stand también había sido cuidado al detalle, resaltando las bondades de lo que se vendía y presentando unos colores llamativos que evitaban la estridencia. Todo era perfecto para que la promoción fuese un éxito, pero fallaba una cosa: la persona encargada de hacernos llegar la información. Era joven, inexperta, seguramente contratada con prisas e improvisación. Sentada en una silla, veía pasar a los clientes con abulia, casi con pereza, mientras mandaba mensajes a través de su Smartphone. Un desastre, vamos.
¿Se hubiera podido evitar esto? Naturalmente que sí. Una buena programación de la promoción de ventas y una visita a la guía de azafatas anteriormente citada nos habría dado la solución perfecta a nuestras intenciones comerciales. Así que si este es tu caso y necesitas darte a conocer hazlo a través de profesionales y no recurras a la improvisación o a las prisas porque no suelen dar buen resultado.

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