jueves, 17 de enero de 2013

Vender lo que ya no nos sirve



Una de las aplicaciones más desconocidas que tienen los desguaces es la compra de los vehículos siniestrados. En efecto, si hemos sufrido un accidente (del que afortunadamente hemos salido ilesos) y no sabemos cómo desprendernos de nuestro coche, o si incluso tenemos un automóvil en nuestro patio o cochera que no funciona y que nos ocupa mucho espacio, lo mejor es utilizar un buscador de desguaces de coches y tramitar la venta. Es obvio que no te van a dar una millonada y que la cantidad dependerá del estado del vehículo, de los años del mismo, de si se pueden aprovechar muchas piezas o pocas, etc. Pero lo que está claro es que, al menos en este caso, podemos quitarnos de en medio un problema y sacarle además rendimiento.
Con otras cosas de nuestro día a día ocurre lo mismo. Por ejemplo, esos muebles que tenemos almacenados en el trastero y que ya no nos sirven pueden ser objeto de atención. Una buena foto que resalte alguna característica en particular y una buena publicidad en Internet en los sitios de venta de segunda mano te van a permitir obtener cierto beneficio por ellos y, al venderlos, hacer hueco, algo que siempre es buena idea.
La verdad es que el mercado de segunda mano goza de excelente salud en los tiempos que corren. En efecto, muchas cosas que compramos no son nuevas, pero siguen siendo funcionales y totalmente utilizables. En cuestiones como la informática, el entretenimiento o la automoción (volvemos a referirnos, pues, a los desguaces) la lista es numerosa y variopinta. Pueden ser películas, juegos, teclados, pantallas, libros, muebles, joyas, adornos para la casa, complementos, ropa... Todo lo que pienses existe en su versión de segunda mano, por un precio más que recomendable y con la garantía más absoluta.
Quizá en otros tiempos no teníamos necesidad de este recurso, pero hay que reconocer que hoy en día es muy necesario. Las dentelladas de la crisis nos están dejando unas marcas profundas que intentamos restañar, con buen acierto pensamos nosotros, a través de este tipo de herramientas, que nos facilitan una visión distinta de la cuestión y nos permiten ampliar el horizonte.
En efecto, nadie se rasga ya las vestiduras por haber comprado una camisa de segunda mano. En según qué ambientes, por cierto, es algo muy chic. Por eso os animamos a que venzáis vuestros miedos y falsas creencias y experimentéis la sensación de adquirir un objeto de segunda mano. Seguro que la primera vez lo compráis con recelos, pero luego después os acostumbraréis a este modus operandi. A nosotros al menos así nos ha ocurrido...

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