Una
de las aplicaciones más desconocidas que tienen los desguaces es la compra de
los vehículos siniestrados. En efecto, si hemos sufrido un accidente (del que
afortunadamente hemos salido ilesos) y no sabemos cómo desprendernos de nuestro
coche, o si incluso tenemos un automóvil en nuestro patio o cochera que no funciona
y que nos ocupa mucho espacio, lo mejor es utilizar un buscador de desguaces de coches y
tramitar la venta. Es obvio que no te van a dar una millonada y que la cantidad
dependerá del estado del vehículo, de los años del mismo, de si se pueden
aprovechar muchas piezas o pocas, etc. Pero lo que está claro es que, al menos
en este caso, podemos quitarnos de en medio un problema y sacarle además
rendimiento.
Con
otras cosas de nuestro día a día ocurre lo mismo. Por ejemplo, esos muebles que
tenemos almacenados en el trastero y que ya no nos sirven pueden ser objeto de
atención. Una buena foto que resalte alguna característica en particular y una
buena publicidad en Internet en los sitios de venta de segunda mano te van a
permitir obtener cierto beneficio por ellos y, al venderlos, hacer hueco, algo
que siempre es buena idea.
La
verdad es que el mercado de segunda mano goza de excelente salud en los tiempos
que corren. En efecto, muchas cosas que compramos no son nuevas, pero siguen
siendo funcionales y totalmente utilizables. En cuestiones como la informática,
el entretenimiento o la automoción (volvemos a referirnos, pues, a los
desguaces) la lista es numerosa y variopinta. Pueden ser películas, juegos,
teclados, pantallas, libros, muebles, joyas, adornos para la casa,
complementos, ropa... Todo lo que pienses existe en su versión de segunda mano,
por un precio más que recomendable y con la garantía más absoluta.
Quizá
en otros tiempos no teníamos necesidad de este recurso, pero hay que reconocer
que hoy en día es muy necesario. Las dentelladas de la crisis nos están dejando
unas marcas profundas que intentamos restañar, con buen acierto pensamos
nosotros, a través de este tipo de herramientas, que nos facilitan una visión
distinta de la cuestión y nos permiten ampliar el horizonte.
En
efecto, nadie se rasga ya las vestiduras por haber comprado una camisa de
segunda mano. En según qué ambientes, por cierto, es algo muy chic. Por eso os
animamos a que venzáis vuestros miedos y falsas creencias y experimentéis la
sensación de adquirir un objeto de segunda mano. Seguro que la primera vez lo
compráis con recelos, pero luego después os acostumbraréis a este modus operandi. A nosotros al menos así
nos ha ocurrido...
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